Arashiyama es un distrito al oeste de Kioto, especialmente conocido por su bosque de bambú. Sin desmerecer lo impresionantes que son estos altísimos árboles, la zona tiene otras muchas cosas que ofrecer y bien merece dedicarle prácticamente un día entero, especialmente en los meses de otoño.


Puedes llegar a Arashiyama con JR hasta la estación Saga-Arashiyama, con la línea Randen en un encantador tranvía de la compañía Keifuku, con la línea de metro Hankyu o en autobús. Te recomiendo escoger una opción u otra dependiendo del itinerario que quieras hacer al llegar, ya que cada una te deja en una zona distinta de Arashiyama. Nosotros optamos por el autobús ya que quisimos visitar la zona de norte a sur y así podíamos acercarnos al máximo a nuestra primera parada.

1. Santuario Nonomiya. Se trata de un pequeño pero bonito santuario de acceso gratuito. Originalmente era empleado por las princesas imperiales solteras, que permanecían allí durante un año o más para purificarse antes de dirigirse al Gran Santuario Ise, situado en la zona oriental de la prefectura de Mie. Hoy en día es conocido como santuario del matrimonio y muchos visitantes compran talismanes para casarse.


2. Templo Jojakkoji. Situado en una ladera del monte Kokura, este precioso templo fue fundado a finales del siglo XVI. En otoño muchos de sus árboles tiñen sus hojas de diversos tonos de naranja, creando una estampa realmente bella.



Todo el complejo discurre de abajo hacia arriba a través de una escalinata que te lleva desde la puerta Nionmon de paja (flanqueada por estatuas de budas a cada lado) hasta el salón principal del templo, que está consagrado a una imagen de buda, el Myokendo. En la parte más alta podemos disfrutar de la pagoda Tahoto, así como de preciosas vistas de Arashiyama y de Kioto.


3. Bosque de bambú. Desde la parada del autobús hasta el santuario Nonomiya habíamos cruzado ya un pequeño bosque de altísimos bambúes, pero quizá el tramo más interesante se sitúa al sur de la estación Torokko Arashiyama. A pesar de que los caminos están abarrotados de gente, la belleza del lugar es sencillamente apabullante. El bosque cuenta con más de 50 variedades de bambú, algunos de los cuales miden más de 20 metros. Lo curioso es que estas especies crecen muy poco en sus primeros siete años de vida, pero cumplida esta edad alcanzan su tamaño máximo en muy pocas semanas.


4. El templo Tenryuji fue construido entre 1339 y 1342 en un antiguo edificio de la villa del emperador Go-Daigo. La atracción principal es su precioso jardín zen, que data del siglo XIV. Si además quieres visitar el templo por dentro, hace falta adquirir una segunda entrada.


Desde el templo Tenryuji caminamos un par de minutos hasta llegar a la calle principal, repleta de tiendas, cafeterías y restaurantes, y que desemboca en el río Katsura.

5. Puente Togetsukyo. El nombre togetsu significa "cruce de la luna" y tiene su origen en una historia cuyo protagonista es el emperador Kameyama del período Kamakura. Se dice que en una noche completamente despejada, al emperador le pareció como si la luna estuviese cruzando el puente.


El primer puente se construyó en el año 836, mientras que las obras del actual finalizaron en 1934. Aunque puede parecer que el puente está completamente construido en madera, solo los parapetos son de madera de ciprés, siendo las columnas y vigas de hormigón armado.

6. Arashiyama-kan. Comimos increíblemente bien en este restaurante vegano con menú cerrado al que fuimos tras leer un montón de calificaciones positivas online. Al estar alejado de la zona principal, estaba completamente vacío y eso nos hizo dudar un poco, pero menos mal que finalmente nos decidimos a entrar. En total se sirven 20 platitos con diferentes verduras hervidas o en tempura, arroz, ensalada, tofu... Todo muy rico, algo diferente a lo que habíamos comido hasta entonces y cocinado con mucho mimo. Además, mientras esperábamos la comida, el dueño nos explicó (por medio de una tablet y el traductor de Google) algunas cosas acerca del menú así como de lugares interesantes que visitar en Arashiyama. Muy recomendable.


7. Templo Horinji. No habríamos ido de no haber comido tan cerca, pero si te encuentras por la zona es una visita agradable, mucho menos masificada que el resto de templos de la zona y de nuevo con bonitas vistas. Aunque quizás las vistas más bonitas de todo el día las tuvimos desde el último templo que visitamos en Arashiyama. Para llegar al templo Daihikaku Senko-ji hay que caminar primero a lo largo del río Katsura por su orilla sur. El camino es una maravilla, muy tranquilo y apacible, con numerosos barquitos navegando junto al paseo.


Tras unos 10 minutos caminando te encontrarás con unas escaleras. La subida, aunque no es demasiado larga, requiere algo de esfuerzo, pero las vistas desde arriba sin duda merecen la pena, ya que el templo está situado en la ladera de la montaña. El paisaje desde su balcón, que parece estar flotando sobre miles de árboles teñidos de rojo durante el momiji, te dejará sin palabras.


Si quieres reponer fuerzas tras la pequeña caminata, hay unos cuantos puestos de comida junto al puente Togetsukyo. Nosotros probamos allí por primera vez el nikuman, una especie de pan relleno de cerdo hecho al vapor, realmente rico y contundente. Después dejamos Arashiyama y nos dirigimos a uno de los templos más famosos e impresionantes de Kioto, que durante un par de semanas en el mes de noviembre abre hasta las 9 y media de la noche. De hecho, muchos son los templos que amplían sus horarios y ofrecen iluminaciones nocturnas cada otoño. A decir verdad, creo que me habría gustado más visitar Kiyomizu-dera de día, así que mi recomendación sería intentar ver todos los templos que tengas en mente en su horario habitual. Solo si se tienen muy pocos días en la ciudad, y por lo tanto un planning muy ajustado, aprovecharía los horarios nocturnos para visitar algún templo que de otra forma no daría tiempo.

8. Sannenzaka y Ninenzaka son dos calles en cuesta en las inmediaciones del templo Kiyomizu-dera. Ubicadas en Higashiyama, uno de los distritos históricos mejor preservados de la ciudad, parecen sacadas de otra época. Es muy agradable pasear entre sus casas de madera, echar un ojo a los encantadores objetos que venden numerosas tiendas artesanales y comer algo rico en sus puestos de comida. En muchos de ellos te ofrecerán además probar alguna cosita gratis, ¡aún recuerdo lo rico que estaba ese bizcocho de matcha! Nosotros subimos por Sannenzaka y bajamos por Ninenzaka, y para nuestra sorpresa, las tiendas seguían abiertas cuando bajamos a eso de las 7 o 7 y media de la tarde. Desde Ninenzaka se tienen unas preciosas vistas a la pagoda Yasaka, lo único que queda del antiguo templo Hokanji.


9. El templo Kiyomizu-dera, construido en el año 778, descansa en la ladera del monte Otowa y es una visita obligatoria en la ciudad de Kioto. El templo es en realidad un conjunto de recintos religiosos y muchos de sus edificios, construidos en madera, han sufrido varios incendios, por lo que algunos de los que vemos hoy en día en pie son reconstrucciones de los siglos XVI-XVII.

En primer lugar nos encontraremos con la puerta Niomon y la pagoda de tres pisos, ambas de un color rojo brillante. De hecho, a la puerta Niomon también se la conoce como la puerta Akamon, la puerta roja. Delante de la pagoda veremos la puerta Saimon, que al igual que la puerta principal, es de madera de ciprés y se sostiene por ocho pilares. A través de ella se disfrutan de unas preciosas vistas de la ciudad.


Veremos algunos salones, como el salón Zuigudo o el Asakurado, antes de llegar al salón principal o Hondo, al que se accede por el pasillo Kairo. Su mayor atractivo es el balcón de madera de 13 metros de alto, que se sostiene con centenares de pilares colocados de manera tradicional y sin haberse usado ningún tipo de clavo en su construcción. Es verdaderamente impresionante, aunque a nosotros nos tocó verlo parcialmente cubierto con andamios, ya que se estaban realizando obras de remodelación.


Detrás del salón principal se encuentra el santuario Jishu, que está dedicado al dios del amor y del matrimonio. Fue construido en 1633 y es especialmente conocido entre aquellos que quieren encontrar pareja. Para ello, deberán recorrer la distancia que separa dos enormes piedras con los ojos cerrados. Dice la leyenda que si consiguen llegar a la segunda piedra, encontrarán el amor.

En la parte más alta del complejo podemos pasear entre varios salones más, como el salón de los cien Jizo o el salón interior Okunoin, muy similar al salón principal. A sus pies se encuentra otro de los puntos destacados del templo, la cascada Otowa, cuyo curso se divide en tres chorros de los que el visitante puede beber. Cada uno de ellos podrá proporcionarte diferentes beneficios: conseguir salud, una larga vida y éxito en los estudios o en el amor, respectivamente.


Al sur del templo se levanta la pagoda Koyasu, que está consagrada a la diosa protectora de los niños y el parto. Otra pagoda mucho más pequeña, aunque de 11 pisos, se encuentra en el camino de bajada y salida del recinto. Se trata de la pagoda decorativa Juichijuseki-soto.

Como decía antes, tras la visita a Kiyomizu-dera bajamos por la calle Ninenzaka y nuestra idea era cenar algo alrededor de la calle Nene, pero la verdad es que pensábamos que se nos haría más tarde y aún era algo pronto cuando llegamos a la zona. El día anterior habíamos vuelto desde el área de Pontocho hasta el hotel caminando por Shijo Dori y pasamos por delante de un restaurante que teníamos ganas de probar así que, aunque era un paseo de casi media hora, preferimos seguir caminando hasta allí.

10. Ichiran es una cadena de tonkotsu ramen muy conocida en todo Japón, no solo por su espectacular ramen, sino también por la particular forma en que están organizados sus restaurantes. Tras pedir en una máquina expendedora, hay que esperar a que se libere un sitio para poder sentarse. Lo curioso es que no se trata de mesas comunes, sino de compartimentos individuales donde cada comensal espera a que salga su pedido a través de una especie de esterilla, que conecta la sala con la cocina del local. Sin duda vale mucho la pena acercarse a una de las múltiples sucursales que tienen repartidas por todo el país para saborear este rico ramen en un ambiente muy peculiar.