Llegamos a nuestro último destino del viaje, la maravillosa ciudad de Kioto. Sus increíbles templos, sus casas tradicionales y sus jardines cuidados al milímetro hicieron de Kioto mi parada favorita. Allí comimos, además, el mejor sushi que he probado nunca y disfrutamos del momiji en todo su esplendor.


En nuestro primer día en la ciudad visitamos la zona este, repleta de templos que te dejan sencillamente sin palabras. Cogimos un bus muy cerca del hotel y recorrimos buena parte de la ciudad, pasando por bonitos lugares que visitaríamos a pie por la tarde. Justo enfrente de nuestra primera parada encontramos una agradable cafetería, Coffee & Lunch Saint-Amour, donde nos sentamos a desayunar un rico egg sandwich acompañado de un té y café calentitos.

1. El templo Eikando es una parada obligatoria durante el momiji o enrojecimiento de las hojas. Nosotros, nada más llegar, alucinamos con lo rojo que se veía todo debido al bosque de arces que lo rodea. Es un complejo realmente grande, con un buen número de edificios que se comunican a través de pasillos cubiertos y que pueden visitarse por dentro. Como en la mayoría de los templos, hay que descalzarse, así que no olvides llevar calcetines gordos si viajas a Japón en los meses fríos, ya que el recorrido es bastante largo (aunque, sin duda, merece la pena).


Construido en el año 853, su nombre original era templo Zenrinji. En sus inicios era un templo para la formación en el budismo de la secta Shingon, pero su nombre pasó a ser Eikando cuando el monje budista Eikan lo convirtió en un templo de la secta Jodo. Su mayor tesoro es el Mikaeri Amida, una curiosa estatua de Buda que mira hacia atrás por encima del hombro, aunque a lo largo de todo el recorrido te encontrarás con preciosos jardines y otros bonitos rincones.


Tras la visita al Salón Principal, se puede acceder al mirador que hay en la Pagoda Tahoto, desde donde se pueden contemplar las increíbles vistas de toda la zona.

  

Terminamos la visita cruzando el estanque Hojo, rodeado de vegetación. En el centro del estanque reposa un pequeño islote, donde se alza un bonito santuario.


2. Templo Nanzenji. A tan solo un par de minutos andando desde el templo Eikando se encuentra uno de los templos zen más importantes de la ciudad. La puerta Sanmon, que fue construida en 1628 para rendir homenaje a los soldados caídos durante el asedio al castillo de Osaka en 1615, sirve de acceso al complejo. Se puede subir a la parte más alta a través de unas escaleras de madera que te conducirán a una especie de balcón, aunque nosotros no lo hicimos.


En el lado este del complejo hay un edificio bastante curioso: un acueducto de ladrillo rojo construido durante el período Meiji que todavía hoy sirve para llevar agua del lago Biwa a la ciudad de Kioto. Justo al lado del acueducto se encuentra el Hojo, que incluye el mausoleo del Emperador Kameyama (el Nanzenji era originariamente la villa secundaria del emperador) así como un precioso jardín zen.


3. El templo Tenju-an es un templo filial del Nanzenji que cuenta con dos jardines japoneses: uno seco, denominado Hojo-mae, y otro diseñado alrededor de un estanque con caminos por los que se puede pasear, llamado Shoin-minami. Ambos son sencillamente espectaculares y merece mucho la pena visitarlos.



De camino al siguiente templo paramos a comer en un restaurante muy agradable, los hay a montones si se callejea un poco por la zona. Pasamos también por el templo Shorenin Monzeki, aunque lo vimos solo desde fuera.

4. Templo Chionin. Este espectacular complejo de 106 edificios fue construido en 1234 aunque sufrió grandes daños en un incendio a mediados del siglo XVII. La mayoría de edificios fueron reconstruidos tras el incendio y son los que vemos actualmente en pie, como la imponente puerta Sanmon, el portón de madera más grande de todo Japón. Tras la puerta nos tocará subir unas empinadas escaleras llamadas Otokozaka que nos dejarán en la plaza central del complejo.


En la plaza central se encuentran, nada más subir las escaleras a mano izquierda, la pagoda Tahoto y el salón Amida-do, en cuyo interior se exhibe una estatua de Amida. En el centro de la plaza veremos el salón Mieido, salón principal del templo, que destaca por sus grandes dimensiones. En la parte trasera se levantan el salón Shuedo, así como las casas de invitados Ohojo y Kohojo. También se accede desde aquí a los jardines Hojo, por los que hay que pagar entrada, y a la zona superior del complejo, donde descansan los restos del fundador Honen.


Al tratarse de un templo de acceso gratuito, lo mejor es darse una vuelta e ir visitando los numerosos edificios que lo componen, que suelen estar abiertos entre las 9 de la mañana y las 4 y media de la tarde. No te pierdas, en el lado este de la plaza central, el salón Nokotsudo, un pequeño pabellón al otro lado de un estanque atravesado por un tradicional puente de piedra. Subiendo unas escaleras muy cerca de allí se llega al gran campanario Daishoro que acoge una de las tres campanas más grandes de Japón. ¡Hacen falta 17 monjes para tocarla!

5. El parque Maruyama es un parque público que abrió a finales del siglo XIX y que a principios del XX fue remodelado con pequeños puentes que cruzan varios estanques. Es uno de los lugares más populares en Kioto durante la época del hanami, debido a los más de 680 cerezos que hay en su interior, y también es un lugar bastante visitado durante el otoño, aunque a nosotros nos decepcionó un poco. De todos modos, el camino desde el templo Chionin hasta el parque es muy bonito y tampoco está de más cruzarlo de camino al santuario Yasaka.

6. Santuario Yasaka. Fundado en el siglo VII, el santuario Yasaka es un precioso complejo a las puertas del tradicional barrio de Gion, el distrito de geishas de la ciudad. Sus dos edificios principales son el Honden o salón principal y el Buden, el escenario de baile, aunque alrededor del patio central podemos encontrar multitud de pequeños santuarios y otros rincones con mucho encanto.


Varias puertas sirven de acceso al santuario, siendo la puerta Nishiromon, en el lado oeste, y la puerta Minamiromon, en el sur, las más llamativas.

7. Barrio de Gion. Gion es uno de los distritos con más encanto de la ciudad de Kioto. En sus aproximadamente 100 casas de té trabajan diariamente geishas y maikos (aprendices de geisha), por lo que con un poco de suerte podrás cruzarte con alguna en esta zona. Nosotros vimos una geisha en una callecita al norte de Shijo-Dori y nos impresionó muchísimo la altura de los zuecos con los que caminaba así como el blanco impoluto de su maquillaje.

Lo ideal para conocer Gion es callejear y simplemente deleitarse con sus casas tradicionales, sus tiendas de artesanía y los numerosos farolillos de papel que cuelgan de las puertas de estos establecimientos. Una calle a no perderse es la famosa calle Hanamikoji, donde se encuentran los teatros Gion corner y Gion Kobu Kaburenjo. Si tienes tiempo, puedes acercarte al templo Kennin-ji, que está muy cerca de allí.

Ya estaba cayendo la tarde cuando quisimos tomarnos algo en el rooftop bar in the Moon, un local muy cool que además tiene unas vistas preciosas al río Kamo. Por desgracia, al llegar vimos un cartel que indicaba que solo abre en temporada de verano, así que nos quedamos con las ganas, pero si viajas a Japón con buen tiempo puede ser una muy buena opción para descansar y tomar algo a final de tarde. A nosotros nos tocó cambiar la cerveza por un matcha en una cafetería cercana y después fuimos a dar un paseo a orillas del río Kamo.

8. Pontocho. Tras el agradable paseo hicimos el camino inverso entre las paradas de Sanjo y Gion-Shijo, esta vez por la estrecha calle de casas tradicionales Pontocho. A lo largo de 600 metros, así como en las calles adyacentes, se suceden un montón de bares y restaurantes que parecen sacados de otro tiempo. En el extremo norte de la calle se encuentra el teatro Kaburenjo, donde geishas y maikos ensayan a diario.

9. Tai Sushi. Se me hace la boca agua recordando el maravilloso sushi que comimos en este encantador local en el área de Pontocho. Se trata de un pequeño restaurante, donde hay que quitarse los zapatos al entrar y solo puedes sentarte a la barra, en la que caben como mucho unas 15 personas. El menú inicial (8 piezas de sushi) es cerrado, aunque después puedes pedir unidades sueltas. No es precisamente barato (unos 20-25€ por persona) pero es una auténtica maravilla ver cómo los chefs preparan cada pieza de sushi con tanto mimo y degustarla segundos después. Si solo pudiera recomendar un restaurante de todos los que visitamos en Japón, sería este.