Kamakura está tan solo a una hora aproximadamente de Tokio y tiene un montón de templos interesantes que visitar, hecho que la convierte en un destino perfecto para ir y volver en el día desde la capital. Junto al famoso Gran Buda, Kamakura acoge varios templos zen, con una arquitectura muy especial y bastante diferente al resto de templos que visitamos en otras ciudades de Japón.


En líneas generales, hay dos maneras de llegar a Kamakura desde Tokio: una es con la línea Yokosuka de JR (ideal si tienes el JR Pass activado) y la otra es con el Odakyu Limited Express Romancecar o el Odakyu Rapid Express hasta Fujisawa, desde donde se puede coger la línea Enoden hasta Kamakura. Nosotros optamos por la segunda opción, ya que había un pase muy interesante que incluía Kamakura y Hakone, ciudad que visitaríamos los dos días siguientes. En la entrada general de organización del viaje explico un poco más detalladamente qué pases cogimos para movernos por Japón y por qué a nosotros nos salió más a cuenta comprar un JR Pass de 7 días aunque nuestro viaje fuera de 14.

Si viajas a Kamakura con Odakyu, la salida es desde la estación de Shinjuku. Se tardan unos 20 minutos más que con JR, pero el trayecto de Fujisawa a Kamakura con la línea Enoden es francamente bonito. El tren de color verde intenso parece un antiguo tranvía y quizá el mayor atractivo son sus bonitas vistas hacia la costa. Nosotros hicimos una primera parada en Hase, ya que muy cerca de allí se encuentran dos de los puntos más destacados de Kamakura.

1. Gran Buda. Ubicado en el templo Kotokuin, el Gran Buda de Kamakura es una enorme estatua de Buda al aire libre. Mide más de 11 metros de alto (13 si contamos el pedestal) y pesa 121 toneladas. En el momento en que se completó su construcción, a mediados del siglo XIII, el cuerpo estaba completamente recubierto con pan de oro y fue instalado en el Salón del Daibutsu. Sin embargo, un terremoto y un tsunami hicieron que la estructura que lo albergaba se viniera abajo, dejando la estatua a la intemperie, tal y como se encuentra hoy en día.

2. Templo Hase-dera. Repleto de estatuas de Jizo, Hase-dera es un antiguo templo fundado en el año 736. Estas estatuas, que también habíamos visto el día anterior en el abismo Kanmangafuchi de Nikko, son donaciones de padres que lloran la muerte de sus hijos nonatos o recién nacidos.


Pero estas sobrecogedoras estatuas no son el único atractivo del templo, a lo largo de todo el recinto se pueden visitar bonitos salones, edificios con historia y delicados jardines. Desde la parte superior se obtienen además unas preciosas vistas hacia la ciudad de Kamakura con el mar de fondo.


Particularmente interesante es la estatua de la diosa de la misericordia Kannon con once cabezas, ubicada en el salón principal, que con más de 9 metros de altura es la estatua de madera más grande de Japón. Cuenta la leyenda que en el año 711, un sacerdote de Nara, tras tropezarse con un árbol muy grande, encargó dos estatuas de Kannon con once cabezas, que debían ser talladas a partir de un solo bloque de este inmenso árbol. Una vez construidas, la realizada con la parte inferior del tronco fue instalada en el templo Hasedera en Nara, y la otra fue arrojada al mar. Quince años después, llegó a la orilla de la playa de Nagai, cerca de Kamakura, donde se consagró un templo para exponerla y protegerla. Por este motivo al templo Hase-dera se le conoce también como Hase Kannon. En la parte inferior del complejo, junto al estanque central, puede visitarse también la cueva Benten-kutsu, dedicada a la diosa de las artes Benzaiten, con varias estatuas talladas en la roca. En definitiva, el templo Hase-dera es una visita realmente recomendable, a mí personalmente me encantó.

3. La calle Komachi conecta la estación de Kamakura con el santuario Tsurugaoka Hachimangu; llegamos hasta allí de nuevo con la línea Enoden. Se trata de una calle muy animada con un montón de tiendas, cafeterías y restaurantes, donde, si te apetece, podrás hacerte con algún que otro detallito, ya que venden cosas realmente bonitas. También es el lugar idóneo para comer algo, nosotros probamos un pescado súper fresco y rico en el restaurante Kajiya. Y, de postre, no te pierdas los deliciosos fluffy pancakes de A Happy Pancake.


4. Santuario Tsurugaoka Hachimangu. Este bonito santuario, de entrada gratuita, está dedicado a Hachiman, el dios de los guerreros samurái. Tras cruzar varios arcos torii de grandes dimensiones, se llega a la amplia calle que conduce al santuario, a cuyos lados hay dos estanques: uno de ellos representa al clan Minamoto, fundador del santuario y el shogunato Kamakura, y el otro al clan Taira, sus airados rivales. En lo alto de las escaleras se levanta el pabellón principal, desde donde se tienen unas bonitas vistas.


Aunque el Gran Buda se lleva indiscutiblemente el mayor reconocimiento, lo cierto es que en Kamakura hay cantidad de templos preciosos y puede resultar difícil decidir cuáles incluir en el recorrido si solo se dispone de un día para ello. Por una razón meramente pragmática, dejamos Hokoku-ji, famoso por su bosque de bambú, así como el resto de templos que quedaban al este del santuario Tsurugaoka Hachimangu fuera de ruta. Pensamos que aprovecharíamos más el día si nos centrábamos en la zona oeste, donde hay un buen número de templos zen. Una vez tomada esta decisión, tuvimos que elegir cuáles de estos templos visitaríamos, ya que la mayoría de ellos cierra a las 16.30h y es imposible verlos todos. Estos fueron los elegidos:

5. El templo Kenchoji es el más antiguo y el principal del sistema de cinco templos zen de Kamakura. Rodeado de un bosque de cedros japoneses, sus principales edificios están alineados a lo largo de un eje central. En primer lugar nos encontramos con el monumental pórtico Sanmon, que posee una estructura de madera muy elaborada. A mano derecha veremos la campana del templo o bonsho, considerada tesoro nacional.


A continuación se encuentran el salón Butsuden (Salón de Buda) y el Hatto (Salón de Dharma), el templo más grande de la zona este de Japón. Alberga una estatua de Kannon y tiene un dragón pintado en el techo. El salón principal de Kenchoji es el Hojo, que originalmente sirvió como residencia del sacerdote principal. Si nos descalzamos, se puede visitar una parte del edificio, que incluye las vistas al precioso jardín trasero, diseñado por el maestro zen Muso Kokushi.

6. Templo Jochiji. Si queríamos llegar a ver el templo Engakuji, no nos daba tiempo a visitarlo por dentro, pero sin duda fue un acierto acercase para ver las escaleras que dan acceso al templo, completamente cubiertas de musgo y rodeadas de altísimos árboles. Jochiji es el cuarto de los cinco templos zen de la ciudad.


7. Templo Engakuji, el segundo de los cinco templos zen y uno de los más importantes de la región de Kanto. Junto a una bonita colina arbolada, cuenta con varios pabellones entre los que destaca el Shari-den (Pabellón de las Reliquias Sagradas de Buda). Escondido en la parte alta del jardín, vale la pena visitar el pequeño pabellón de madera ornamentado con una cortina de color malva, llamado Obaiin. Las escaleras de madera de cedro que conducen a la entrada del templo son también espectaculares.


Aunque no teníamos tiempo de visitar ningún templo más, nos gustó conocer la historia del templo Tokeiji, que se encuentra a mitad camino entre los templos Jochiji y Engakuji. Fundado por la monja budista Shido Kakuzan en 1285, este pequeño templo sirvió como refugio para mujeres maltratadas por sus maridos durante más de 600 años. Es por ello que también se le conoce popularmente como Kakekomidera (templo del refugio) o Engiridera (templo del divorcio), ya que éste se conseguía oficialmente permaneciendo en el templo durante tres años.

Era momento de volver a Tokio, así que cogimos el tren en Kita-Kamakura, que está muy cerca del templo Engakuji, para ir a la estación central de Kamakura. Por suerte pudimos pagar este corto trayecto con nuestra Suica y no tuvimos que entretenernos comprando un ticket sencillo. Desde Kamakura ya podíamos usar de nuevo nuestro Kamakura Pass de la línea Odakyu.

Aprovechamos que la parada anterior a Shinjuku era Shimokitazawa para conocer este interesante barrio, lleno de tiendas de segunda mano, cafeterías hipster y un ambiente muy bohemio y joven. Es un plan que recomiendo muchísimo para un final de tarde en Tokio, al volver de alguna excursión, especialmente de Kamakura si viajas con Odakyu.

       
Con una gran cantidad de teatros, galerías, acogedores cafés y bares izakaya, Shimokita es un barrio muy animado por el que vale la pena perderse al caer la tarde. A pesar de su aspecto joven, esta zona ha sido el centro de la escena alternativa en Japón desde la década de 1970. Hay una tienda de segunda mano prácticamente en cada esquina y muchas de ellas se anuncian con llamativos neones. No te pierdas la tienda Toyo Shimokita Garage Department, establecida en un antiguo taller de cerveza, en la que puedes comprar artículos vintage, ropa de primera y segunda mano y accesorios. La cena en Shirube nos encantó.