Viena tiene dos importantes palacios (además del céntrico Hofburg): Schönbrunn y Belvedere. Por lo que vi en su día, los dos merecían una visita, pero cuestión de tiempo y de prioridades hicieron que nos decantáramos solo por uno de ellos. Belvedere nos parecía más completo, estaba más cerca y, la verdad, no nos defraudó en absoluto.

1. Belvedere (Prinz-Eugen-Strasse 27). El conjunto está compuesto por dos edificios, convertidos actualmente en galerías museísticas. Se puede visitar solo uno de los palacios o los dos; naturalmente, el precio varía. Lo cierto es que el interés del espacio interior reside casi exclusivamente en las obras de arte, sobre todo en el palacio alto. En el Alto Belvedere quedan solo algunos resquicios de la vida palaciega en el Salón de Mármol, mientras que el Bajo Belvedere aún conserva alguna sala más llamativa, como el Salón de los Espejos o la Sala de los Grotescos. Sin embargo, vale la pena visitarlo por dentro para apreciar las obras que alberga, que van desde la Edad Media y el Barroco hasta la actualidad, aunque está enfocado principalmente en el modernismo austriaco. La selección de cuadros de Egon Schiele y Gustav Klimt, entre los que se encuentra El Beso, es realmente fascinante (Alto Belvedere). El exterior, en cambio, mantiene intacto ese aire palaciego de los jardines cuidados al milímetro, muy a lo El año pasado en Marienbad.



2. Hundertwasserhaus (Kegelgasse 36-38). Esta bonita finca llama poderosamente la atención por sus vivos colores, sus fachadas ondulantes y su abundante vegetación. Lo sorprendente es que 52 vecinos pueden disfrutar de este espectáculo a diario, ya que el edificio funciona como un corriente complejo residencial.


3. Prater. El Prater es un amplio parque, más conocido por albergar un divertido parque de atracciones con el mismo nombre. De un momento a otro pasamos de la tranquilidad que supone un oasis en medio de la gran ciudad a la adrenalina y los gritos que provienen de sus múltiples atracciones. Sin duda la más famosa es su Riesenrad (Noria gigante), retratada en numerosas películas como la mítica El tercer hombre o la reciente Antes del amanecer. Fue una de las primeras norias en construirse, y la más alta del mundo hasta 1985. Aunque la entrada no es muy barata, es una experiencia que vale la pena. Antes de darte una vuelta por el parque de atracciones, recorre un poco el parque, especialmente su avenida principal (la Hauptallee), y no olvides buscar el Liliputbahn.