Nara, antigua capital de Japón durante la corte Yamato, es una excursión de un día perfecta desde Osaka. También es bastante sencillo llegar desde Kioto, aunque bajo mi punto de vista es mucho más recomendable hacerlo desde Osaka, ya que en Kioto hay muchísimas más cosas por visitar. En cualquier caso, desde ambas ciudades se llega cómodamente con líneas JR, por lo que el trayecto está incluido en el JR Pass.


Nara es famosa por los numerosos ciervos que pasean libres por el parque central de la ciudad, aunque lo cierto es que los verás prácticamente por todos lados. Es realmente divertido comprar las galletitas sembei que venden a lo largo de todo el parque y darles de comer, pero ojo con llevar todas las galletas a la vista. Lo mejor es guardar el paquete e ir sacándolas de una en una, que algunos son muy listos y de lo contrario se tirarán en plancha a por el paquete completo. Lo más gracioso es que, si le haces una reverencia antes de darle la galleta, el ciervo te responderá con otra.

Para llegar al parque desde la estación solo hay que caminar en línea recta por Sanjo Dori, calle donde encontrarás un montón de tiendas de souvenirs y productos artesanales. La mayoría estaba aún abriendo cuando llegamos, así que decidimos ir directamente al primer punto destacado y dar un paseo por Sanjo Dori a la vuelta, cuando nos dirigiéramos de nuevo a la estación.

1. Templo Kofukuji. Justo antes de entrar al parque de Nara se encuentra el templo Kofukuji, cuya pagoda de cinco pisos es la segunda más alta de Japón. Fundado en el año 669 en Uji y trasladado a Nara en el 710, vale la pena visitar, en el lado oeste, sus dos salas de planta octogonal conocidas como Hokuendo y Nanendo, que fueron construidas en madera por monjes budistas. Junto a ellas se encuentran la pagoda de tres pisos y el shoro (el campanario del templo). La entrada al recinto es gratuita, pero no la visita al Kokuhokan, el Museo de Tesoros Nacionales de Kofukuji, que alberga diferentes estatuas de materiales muy diversos, como tallas en madera, estatuas de bronce o de oro.

 

2. Jardín Yoshikien. Construido en el lugar donde antiguamente se encontraban las residencias de los sacerdotes del templo Kofukuji, estos bonitos jardines son de entrada gratuita para los turistas.

3. El templo Todaiji, situado en el extremo norte del parque de Nara, es probablemente el más espectacular de todos los templos de la ciudad y una visita imprescindible si viajas a la antigua capital nipona. En primer lugar nos encontraremos con la puerta Nandaimon, un gran portón de madera custodiada a ambos lados por dos guardianes Nio, y por un montón de ciervos.


A continuación podemos comprar la entrada para visitar el salón Daibutsuden, el salón principal del templo Todaiji. Se trata de una reconstrucción del edificio original y, aunque es un 33% más pequeña, actualmente es el edificio de madera más grande del mundo. En su interior alberga una estatua de bronce de un Gran Buda de nada más y nada menos que 15 metros de alto. En la parte trasera de la sala, uno de los pilares contiene un agujero del tamaño del orificio de la nariz del Gran Buda. Se dice que si consigues atravesarlo, conseguirás la iluminación. A mí la verdad es que me pareció más pequeño una vez dentro que desde fuera, pero por suerte pude pasar al otro lado sin mayor problema.


Si bien el salón Daibutsuden es la atracción principal del templo Todaiji, no debes perderte otros bonitos salones del complejo, especialmente el salón Nigatsudo, de entrada gratuita. Su estructura de madera sobre una pequeña colina, sus lámparas colgantes pero, sobre todo, sus vistas a la ciudad y al parque de Nara, lo convierten en una visita muy recomendable. Además, en el camino desde el salón Daibutsuden podrás visitar otras bonitas construcciones como el salón Nembutsudo, el campanario o shoro así como el salón Kaizando.



Descendiendo por el extremo este del parque hay repartidos unos cuantos edificios más del templo Todaiji, como el salón Hokkedo o el Kannonin. Junto a ellos podremos visitar otros bonitos santuarios y templos rodeados de vegetación, antes de llegar a una calle con varias tiendas y restaurantes.


4. Mizuya Chaya. Ideal para comer algo rápido y recargar fuerzas. En esta bonita cabaña con techo de paja sirven ricos platos de udon acompañados de verduras, pollo o pescado en tempura.

5. Santuario Kasuga Taisha. Alrededor de 2.000 lámparas de piedra conducen a este bonito santuario en cuyo interior cuelgan otras 1.000 lámparas de bronce. Éstas solo se encienden dos veces al año durante el Festival de las Linternas, a principios de febrero y a mediados de agosto, a excepción de una oscura sala en el interior del santuario, donde siempre permanecen encendidas.


Aunque en un principio dudamos de si entrar o no, la verdad es que la visita verdaderamente vale la pena, ya que al pagar entrada no hay tanta gente en el interior. El santuario fue establecido en el mismo año en que Nara pasó a ser capital de Japón y está consagrado a la deidad responsable de la protección de la ciudad.


6. Disfrutamos mucho de la cata de sake en Harushika Sake Brewery, que está a unos 15 minutos a pie desde Kasuga Taisha. La cata incluye 5 sakes y cuesta solo 500 yenes por persona, además podrás llevarte de recuerdo el vaso de la cata, que tiene grabado un pequeño ciervo.

7. Residencia Naramichi Koshino Ie. Aunque algo apartada del resto de puntos destacados en Nara, vale muchísimo la pena acercarse hasta esta casa de estilo tradicional, de acceso gratuito. Adquiere su nombre del barrio donde está ubicada, el pintoresco barrio de Naramichi, donde parece que no haya pasado el tiempo. Las fachadas de sus casas de madera son estrechas y se suceden unas a otras, de forma que las viviendas se extienden hacia atrás, albergando muchas veces bonitos jardines en el interior. Koshino Ie es una fehaciente réplica de una casa tradicional donde conocer de primera mano cómo vivía la gente en el período Edo.


Tienen hojas informativas en varios idiomas (incluido el español) y la mujer que lo lleva no dudará en hacerte demostraciones de cómo se abrían o cerraban las ventanas, cómo se calentaba el fuego o cómo se empleaban las distintas estancias. La atención fue increíble, tanto que a la salida nos regaló una pieza de origami a cada uno.


Tras la visita decidimos caminar hacia la calle principal Sanjo Dori para coger el tren de vuelta a Osaka poco después. El camino es muy agradable y se pasa por bonitos lugares como el santuario Goryo o el estanque Sarusawanoike. También hay varias tiendas de sake, restaurantes y cafeterías donde hacer una pequeña parada, como por ejemplo en Mia's Bread. Una vez en Sanjo Dori, no dejes de probar los mochis de Nakatanidou, sin duda los mejores que probamos en todo el viaje. Además, cada media hora tiene lugar todo un espectáculo en el que se prepara la masa de los mochis: el propietario Mitsuo Nakatani junto con otros dos trabajadores van golpeando la masa verde con enormes mazas y con sus manos (¡prácticamente a la vez!). Tras el espectáculo, el mochi se sirve tan fresco que aún está caliente e increíblemente suave.

Una vez en la estación de Nara cogimos la Osaka Loop Line, que está incluida en el JR Pass, y bajamos en la estación central de Osaka. Desde allí fuimos caminando a uno de los edificios más icónicos de Osaka, desde donde se tienen unas bonitas vistas de la ciudad.

8. Umeda Sky Building. Este impresionante edificio de 40 plantas es famoso por su plataforma flotante cruzada por dos escaleras mecánicas. Fue diseñado por el reconocido arquitecto japonés Hara Hiroshi y su construcción tuvo lugar en 1993. Subir hasta la penúltima planta es totalmente gratis y cuál fue nuestra sorpresa al ver que esto incluía también utilizar las escaleras mecánicas suspendidas que conectan ambas torres del edificio. Aunque las vistas desde la planta 39 son solo a una parte de la ciudad y no de 360º, nos pareció que pagar la entrada para el observatorio era algo prescindible. En ambos casos, tanto si subes al mirador como si no, podrás ver el Gate Tower Building, ese curioso edificio que está atravesado por una autopista.


En el sótano del edificio se encuentra el callejón Takimi Koji, lleno de restaurantes y ambientado en el Japón de comienzos del siglo XX. Aunque se trate de un callejón subterráneo, el ambiente es muy agradable y está repleto de carteles, pósters y todo tipo de decoraciones de la era Taisho. Además, la oferta gastronómica es muy amplia: desde sushi, tempura, soba o ramen hasta especialidades locales como kushikatsu u okonomiyaki. Nosotros cenamos en CoCo Ichibanya, una cadena especializada en curry japonés, muy rica y económica. Hay más de 1.300 restaurantes repartidos por todo Japón, así que es muy probable que alguno te pille cerca a lo largo del viaje.