Amanecía nuestro último día en Japón. El viaje pronto llegaría a su fin, pero antes teníamos que visitar uno de los lugares más icónicos de Kioto y de todo el país: el santuario Fushimi Inari y sus más de 10.000 puertas rojas. Para evitar grandes aglomeraciones de gente, madrugamos bastante y, tras una parada de rigor en la estación de Kioto para dejar las mochilas en una taquilla, llegamos al santuario cuando apenas pasaban unos minutos de las 7 de la mañana. Aun así, obviamente nos encontramos con gente, pero la verdad es que era bastante aceptable. Como el santuario está abierto las 24 horas, te recomiendo llegar lo más pronto que puedas una vez haya amanecido.


1. El santuario Fushimi Inari es el más importante de los miles de santuarios japoneses dedicados a Inari, el dios sintoísta del arroz, los cereales, las cosechas abundantes, el éxito en los negocios y la fortuna. Fue fundado en el año 717, aunque no fue hasta el 816 que se trasladó a su ubicación actual, momento en que Kioto era la capital del país nipón.


Lo más impresionante es sin duda el sendero bordeado de miles de puertas torii que conduce a la cima de la montaña, aunque el complejo tiene otros muchos atractivos que vale la pena destacar. Al llegar, te encontrarás con un torii gigante situado a la entrada del santuario. A continuación, se encuentran la puerta Romon, donada en el año 1589 por Toyotomi Hideyoshi, un famoso general de la época, y el salón principal o Honden, donde están consagradas las cinco deidades del monte Inari.


A los pies del monte comienzan a sucederse las famosas puertas torii de un color entre rojo y naranja (llamado en japonés shuiro) y que son donaciones de fieles para solicitar y agradecer los favores de la deidad del santuario. Otro de los rasgos principales de los santuarios dedicados a Inari es la presencia de estatuas con forma de zorro, llamados kitsune, ya que éstos son los mensajeros del dios Inari. A menudo llevan una llave en la boca, que representa la del lugar donde se guarda el arroz y, por lo tanto, la riqueza.

 

Aunque te encuentres con gente en la parte más baja, si sigues subiendo habrá momentos en que tardes en cruzarte con otra persona. La tranquilidad y las vistas a la ciudad de Kioto son sin duda un gran aliciente para llegar a las zonas altas del sendero.

Tras la visita al Fushimi Inari cogimos el tren a la estación de Kioto, donde aprovechamos para tomarnos un segundo café antes de viajar de vuelta a Tokio.

2. Kurasu. Se trata de una pequeña cafetería con mucho encanto, muy recomendable si te pilla cerca de la estación.


Después del café volvimos andando a la estación, donde reservamos nuestros asientos para el shinkansen y compramos un par de bentos para comer en el tren. Una vez en Tokio, descansamos un poco y nos dirigimos a la zona de Roppongi, donde pasaríamos nuestra última tarde en la capital.

3. Ubicado en lo alto de la torre con el mismo nombre, el Mori Art Museum es un museo de arte contemporáneo en el corazón de Roppongi Hills. Para aquellos interesados en el arte contemporáneo y en temas de suma actualidad puede ser muy recomendable consultar su programación y visitarlo en las últimas horas de la tarde, ya que (exceptuando los martes) abre hasta las 10 de la noche. La entrada es algo cara pero con ella se accede también a Tokyo City View, una de las mejores vistas de la ciudad.


4. Gonpachi Nishiazabu. Muy cerca de Roppongi Hills se encuentra este conocido restaurante que saltó a la fama gracias a su aparición en la película Kill Bill.