Nuestro séptimo día en Japón amaneció muy temprano para nosotros, y es que el ritmo relajado del día anterior hizo que nos fuéramos a la cama algo más pronto de lo habitual. A las 8 íbamos a disfrutar de nuevo de un desayuno kaiseki, así que pusimos el despertador a las 7 de la mañana y aprovechamos para darnos un baño en la preciosa bañera de piedra que teníamos en la terraza de nuestra habitación con vistas al río Sukumo. Nuestro siguiente destino del viaje sería Osaka, aunque de camino hicimos una parada rápida en Odawara para visitar su imponente castillo. En Osaka nos esperaban miles de luminosos y unas cuantas especialidades culinarias por probar; no por casualidad se conoce a Osaka como "la cocina de la nación".


Salimos de Hakone bastante temprano y en seguida llegamos a Odawara con nuestro Hakone Kamakura Pass. Allí activamos el JR Pass que nos valdría para los siete siguientes días, pero antes no quisimos dejar de visitar el castillo de Odawara, así que buscamos unas taquillas donde dejar las mochilas y nos dirigimos para allá. A pie desde la estación se llega en apenas 10 minutos.

1. Castillo de Odawara. Situado sobre una colina, rodeado por altos fosos, murallas y acantilados, el castillo de Odawara fue una fuerte posición defensiva. Se construyó a mediados del siglo XV, aunque el que hoy en día está en pie es una reconstrucción de 1960. Se accede por un llamativo puente de color rojo y se cruzan varias puertas hasta llegar a la torre principal del castillo. La primera de ellas, la puerta Tokiwagi daba acceso a una zona de gran importancia defensiva, donde había un depósito de armas, y a continuación, la puerta Akane era la entrada principal al ninomaru o segunda muralla exterior del castillo. La torre principal se sostiene sobre un muro de algo más de 11 metros de alto y tiene cuatro pisos. Se puede visitar su interior, que alberga una exposición de objetos relacionados con la historia del castillo y su papel clave en la historia japonesa. Nosotros, en cambio, preferimos seguir el viaje hacia nuestro siguiente destino y volvimos caminando a la estación de Odawara.



Además de activar el JR Pass, en la estación de Odawara reservamos asientos en el shinkansen Hikari que nos llevaría a Shin-Osaka en menos de dos horas y media. En trayectos largos es muy recomendable reservar asiento, ya que así puedes dirigirte directamente a tu vagón y es mucho más cómodo. Además, este servicio es completamente gratuito.

En Osaka nos alojamos en un airbnb, muy cerca de la parada de Namba, y la localización nos pareció sencillamente genial. Desde allí se puede ir caminando a la animada zona de Dotonbori, tienes metro cerca para moverte a otras zonas de la ciudad así como una estación de JR para desplazarte a localidades cercanas como Nara. Tras descasar una media horita en la habitación (habíamos comido algo rápido en el tren), nos dispusimos a conocer el barrio más popular y emblemático de Osaka: Dotonbori.

2. De camino pasamos un buen rato en la calle comercial Sennichimae Doguyasuji Shotengai, una visita obligatoria para los amantes de las vajillas y los utensilios de cocina. Allí encontrarás boles, platos, vasos y tazas de todos los tamaños y colores, palillos y otros utensilios para el sushi, cuchillos, teteras... En definitiva, un sinfín de piezas muy auténticas y, lo mejor, a un precio muy, muy económico. Además de menaje, muchas tiendas venden también carteles, cortinas, lámparas de papel y otros artículos para restaurantes ya que muchos representantes de bares y restaurantes hacen allí sus compras.

3. Templo Hozenji. Entre las frenéticas e iluminadas calles de Dotonbori, este pequeño templo es un remanso de paz. En el centro, la estatua de Fudo Myoo, uno de los cinco guardianes del budismo, está completamente cubierta de musgo. Es muy curioso observar cómo los creyentes se acercan regularmente al templo para rociarla de agua y mantener así su verde manto. Muy cerca de allí se encuentra Hozenji Yokocho, un estrecho callejón repleto de tiendas y pequeños restaurantes que recuerdan al Osaka de hace varios siglos.


4. Dotonbori. El mejor momento para visitar esta animada zona es cuando cae la noche. Así, los numerosos neones que adornan las fachadas de tiendas y restaurantes lucen en su máximo esplendor y uno puede dedicarse a probar las distintas especialidades culinarias de la ciudad. Totalmente imprescindible es probar el takoyaki, unas deliciosas bolitas hechas a partir de harina de trigo rellenas de pulpo, originarias de la región de Kansai, donde se encuentra Osaka.


En la mayoría de los casos, las decoraciones en las fachadas de los restaurantes indican qué podremos probar en su interior, como el famoso cangrejo automatizado en la fachada del restaurante Kani Doraku o el gran pez globo o fugu del restaurante Zuboraya. Aunque sin duda el luminoso más popular de la zona es el de Glico Man, símbolo de la empresa de dulces Glico, que mide 20 metros de alto y 10 de ancho. Éste se encuentra junto al puente Ebisu, a orillas del canal de Dotonbori, donde también podremos ver la espectacular fachada de la tienda Don Quijote, decorada con una gran figura de Ebisu, uno de los siete dioses de la fortuna, y una sorprendente noria de color amarillo y forma rectangular.