Día 8:

En nuestro octavo día de viaje cogimos de nuevo un vuelo interno para aterrizar en el aeropuerto de Da Nang a eso de las 3 de la tarde. Allí habíamos reservado un coche con chófer que nos llevaría a nuestro siguiente destino. Lo cierto es que hay un aeropuerto más cercano a la ciudad de Hué, el de Phú Bài, pero no me preguntéis porqué nosotros pillamos el vuelo a Da Nang (tal vez era más económico o quizás no nos dimos cuenta de que había otro aeropuerto más cerca, quién sabe). En cualquier caso, el trayecto en coche hasta Hué fue de aproximadamente dos horas, así que os recomendaría comprobar primero el aeropuerto de Phú Bài si queréis llegar por aire a Hué.


En Hué nos alojamos en el Hong Thien Ruby Hotel, un sencillo y cómodo hotel con precios muy económicos (21€ la habitación doble con desayuno incluido). Nuestra primera cena fue en un local bastante cerca del hotel, Hang Me Me. Allí probamos varias especialidades de Hué como el bánh bèo, una especie de pastel de arroz hecho al vapor con gambas y cebolleta por encima. Las porciones son grandes y los sabores de los diversos platos, aunque ricos, son bastante similares, así que recomendaría no pedir más de una ración por persona. El local no es que llame demasiado la atención, pero sin duda es una muy buena opción para probar la gastronomía típica de la zona.


Día 9:

Hué es famosa por su impresionante ciudadela y las tumbas imperiales de la dinastía Nguyen que hay al sur de la ciudad. Hay muchísimos tours que incluyen todas las tumbas y pagodas, ya sea en autobús, en crucero por el río del Perfume o una combinación de ambos. Nosotros recomendamos hablar con el personal del hotel en el que os alojéis y contratar un chófer que te lleve solo a aquellas que más te interesan; saldrá un poco más caro que un tour organizado, pero los precios de verdad que son muy accesibles y así podrás ir a tu ritmo y evitar aglomeraciones. Nosotros teníamos claro que queríamos ver la tumba de Tu Duc, la pagada de Thien Mu y el reciento imperial y, aunque finalmente añadimos una parada más por recomendación de los del hotel, creemos que es mejor no saturar la mañana con muchas paradas sino elegir bien las que más os apetece ver. Sin duda fue un día súper interesante que disfrutamos mucho.

1. Lo cierto es que en un principio íbamos a dejar la tumba de Minh Mang fuera de la ruta, pero en la recepción nos insistieron bastante (en realidad insistían en que visitáramos prácticamente todas las tumbas, pero sobre todo en esta) así que finalmente decidimos incluirla. De verdad, menos mal. Es un lugar impresionante y la visita vale mucho la pena, tanto por su arquitectura, como por sus jardines y su lago. La tumba está dedicada al emperador Minh Mang, quien diseñó el complejo en 1840, aunque finalmente fue construida por su sucesor e hijo, Thieu Tri, debido a la muerte de su padre a principios de 1841. Se accede por la puerta Dai Hong Mon, que se compone a su vez de tres puertas. Solo las laterales permanecen abiertas al público, ya que la central se ha abierto una única vez, para dejar pasar los restos mortales del emperador. A continuación se llega al patio central, decorado con filas de estatuas de piedra.


Situado en el patio central, el pabellón de la estela acoge una estela con la biografía del emperador, escrita por su hijo. Aunque tampoco es que esté demasiado elevado, las vistas desde allí hacia el lago de la Luna Nueva son realmente bonitas. El lago, lleno de flores de loto, está atravesado por un puente que nos llevará hasta el sarcófago de Minh Mang, al que se accede por una imponente escalinata de granito decorada con dragones.



2. Nuestra siguiente parada fue la tumba de Tu Duc, para muchos el más impresionante de todos los mausoleos que se encuentran en los alrededores de Hué. Su desmesurado coste así como los trabajos forzados que fueron necesarios para construir el recinto dieron lugar a un golpe de estado, que fue rápidamente neutralizado. Tu Duc fue el emperador que más tiempo reinó de la dinastía Nguyen, además del último descendiente de la misma.

Un sendero conduce desde la entrada al lago Liu Khiem, repleto también de flores de loto. A su derecha encontramos una pequeña isla, Tinh Khiem, donde Tu Duc solía practicar caza menor. Al otro lado del lago se concentran dos importantes edificios: el pabellón Xung Khiem, donde Tu Duc se retiraba junto a sus concubinas para recitar o componer poemas, y el templo de Hoa Khiem, donde se adoraba al emperador y a su mujer Hong Le Thien Anh. Hoy en día se exponen allí objetos y utensilios de la época del monarca. A su derecha, la cámara de Minh Khiem, que fue originalmente construida para albergar un teatro, actualmente se usa como galería de exposiciones fotográficas y acoge ocasionalmente eventos culturales. También se encuentra en esta zona el templo de Luong Khiem, dedicado a la madre de Tu Duc.


Para llegar al pabellón de la Estela es necesario pasar entre una guardia compuesta por elefantes, caballos y minúsculos mandarines de piedra. La lápida en la que Tu Duc dejó escrita su frustración por no dejar descendencia pesa 20 toneladas.


Junto al pabellón de la estela, al otro lado de un pequeño lago y rodeada por un muro, se encuentra la tumba de Tu Duc, aunque en realidad al emperador nunca se le enterró en este lugar. Para evitar el saqueo del lugar y la profanación de la tumba, el emperador decidió enterrarse en otro lugar, junto a un gran tesoro, y mandó decapitar a los 200 sirvientes que lo sepultaron. Todavía se desconoce dónde se depositaron sus restos.

3. Pagoda de Thien Mu. Junto al cauce del río del Perfume, este monumento es uno de los símbolos más reconocibles de Hué. Cada uno de los siete pisos de su torre octogonal de 21 metros de altura está dedicado a un manushi-Buddha, un Buda que se apareció en forma de humano. Aunque la torre data de 1844, la pagoda es mucho más antigua, ya que fue construida en 1601.


Tras la visita a la pagoda nos despedimos del chófer que nos había acompañado toda la mañana, ya que el último tramo hasta el recinto imperial lo hicimos en barco por el río del Perfume. Esta parte también la habíamos contratado en el hotel, así que el chófer nos indicó dónde debíamos subirnos. Era una barca pequeña, y nosotros éramos los dos únicos pasajeros. El trayecto no fue demasiado largo y el paisaje sin duda era muy bonito, pero el motor hacía un ruido tremendo y durante todo el viaje estuvieron tratando de vendernos productos de artesanía. La verdad es que los objetos eran bonitos y de hecho acabamos comprando unos mantelitos individuales bastante chulos, pero la situación era totalmente forzada y de alguna forma nos sentimos obligados a comprarlos. Sinceramente creo que la parte del crucero habría sido prescindible.

Antes de pasar la tarde en el impresionante recinto imperial de Hué, comimos en un restaurante cercano, Les Jardins de la Carambole, donde sirven comida francesa a un precio un poco elevado, pero muy rica, eso sí.

4. Recinto Imperial