La península de Nicoya, y en concreto la playa San Miguel, es probablemente el destino menos turístico que visitamos o, por lo menos, el que menos aparece en las guías cuando se trata de rutas de dos semanas. Sus playas, desiertas si no es temporada alta, son sin duda una maravilla y desde San Miguel vimos uno de los atardeceres más bonitos de todo el viaje. Sin embargo, a día de hoy sigo sin saber a ciencia cierta si lo volvería a incluir en la ruta teniendo en cuenta el mes en el que viajamos (la mayoría de restaurantes solo abren en temporada alta) y el tiempo que disponíamos (llegar a y salir de playa San Miguel nos llevó más de 10 horas al volante). De todos modos, fueron dos bonitos días de desconexión donde disfrutamos de playas paradisiacas prácticamente para nosotros.


Día 8:

El viaje desde Llanos del Cortés no fue nada fácil y es que la noche anterior había estado lloviendo alrededor del golfo de Nicoya. Lo que según el gps tendría que haber sido un viaje de menos de tres horas, se convirtió en casi cinco horas en la carretera. No sabemos en qué punto, el gps decidió mandarnos por una carretera de montaña por la que difícilmente cabían dos coches en paralelo. Además, tuvimos que cruzar tres ríos que se habían formado con las lluvias de la noche anterior y nos vimos obligados a dar la vuelta y deshacer gran parte del camino cuando nos encontramos con un cuarto río de profundidad y dimensiones más que considerables. Y por si esto fuera poco, un todoterreno estaba atrapado en medio del río. Pudimos avisar a unos trabajadores que se encontraban haciendo mejoras en la carretera para que fueran a ayudarles y, tras desviarnos a otra ruta, más larga pero en condiciones mucho mejores, logramos llegar sanos y salvos a nuestro destino. En San Miguel nos esperaban dos días de relax, que pasamos íntegramente en la playa.

1. Playa San Miguel. Tras dejar las cosas en el hotel, nos acercamos a la playa más cercana, la de San Miguel, donde estuvimos paseando por su fina arena blanca y viendo caer la tarde rodeados de cocoteros. Fue un momento mágico en el que apenas nos cruzamos con tres personas de la zona que paseaban a su perro. Nos quedamos con las ganas de cenar allí mismo, en Locos Cocos, un local muy chulo a pie de playa que, por desgracia, aún permanecía cerrado hasta que fuera temporada alta. En cambio, volvimos a cenar al hotel donde estábamos alojados, el Laguna Mar, donde también nos tomamos un par de gintonics para cerrar el día.


Día 9:

Al sur de San Miguel, las playas de Coyote están atravesadas por el río Jabillo, quedando Punta Coyote al sur de la playa Coyote propiamente dicha. Dado que Punta Coyote estaba algo más apartada y no había ningún restaurante en la zona, decidimos pasar allí la mañana para desplazarnos a la zona norte a la hora de comer.

1. Punta Coyote. Punta Coyote está a una media hora en coche desde playa San Miguel y se trata de una enorme bahía cuando la marea está baja. Apenas hay olas y las aguas son bastante tranquilas, aunque la marea sube sin avisar. A mano izquierda con el mar de frente se encuentra el estuario del río Jabillo, hábitat de cocodrilos.



2. Playa Coyote. Similar a playa San Miguel, Coyote es un paraíso tropical virgen de arena fina y rodeado de altas palmeras donde pasamos nuestra última tarde en la región. Antes de eso comimos en El Barco, un agradable restaurante a pie de playa, cuyos platos eran ricos y bastante copiosos.