Praga es, bajo mi punto de vista, las dos caras de una misma moneda. Por un lado es preciosa, y es que su encanto cautiva al visitante nada más pisar sus calles. Pero, por otro (consecuencia directa de lo anterior), está llena de turistas. Evitar las zonas más turísticas puede ser interesante e incluso necesario, aunque algunos de los lugares más bonitos, y por tanto imprescindibles, se encuentran en estas zonas (Ciudad Vieja, Josefov, Malá Strana). Creo que lo más interesante es no dejar de visitar los monumentos o lugares señalados, pero siempre tratando de evitar grandes conglomeraciones, así como no comer y/o alojarse en estas zonas. 

Además de bonita, Praga es bastante económica, aunque lo cierto es que en este viaje apenas comimos o cenamos en restaurantes. Tiramos mucho de bocatas y puestos ambulantes, y solo un día comimos de menú en un bar algo escondido por el barrio de Josefov, no recuerdo exactamente dónde. Por lo tanto no hay en esta guía ninguna recomendación al respecto, salvo una terraza donde nos tomamos unas cuantas cervezas muy baratas en nuestra última tarde en la ciudad.  

Día 1:

1. Plaza de la Ciudad Vieja (en checo: Staromestské námestí). Esta bonita plaza ha sido históricamente el centro neurálgico de la vida pública de Praga, ya desde la Edad Media. En sus edificios y callejuelas adyacentes se respira la esencia indiscutible de la ciudad, con preciosas fachadas, rincones llenos de encanto y, también, de turistas. En ella se llevan a cabo diferentes celebraciones a lo largo del año, en las que se montan puestos de comida y artesanía, por ejemplo, en Pascua o Navidad. Acoge también muchos de los edificios más emblemáticos de la capital, de diferentes estilos arquitectónicos, como el Ayuntamiento viejo, la Iglesia de Nuestra Señora de Týn o la de San Nicolás.


2. Ayuntamiento de la Ciudad Vieja. Fue el ayuntamiento de la ciudad hasta finales del siglo XVIII. Sin duda el elemento más característico es su Reloj astronómico, emplazado en la cara sudeste de la torre, que fue construido en la Edad Media. Cuenta la leyenda que los concejales de entonces dejaron ciego a su creador, el relojero Hanus, para que no pudiera repetir su obra. Mito o realidad, lo cierto es que se trata de una impresionante obra de arte. Está compuesto de tres elementos: un calendario, el reloj astronómico (cuya función no era dar la hora, sino representar las órbitas del sol y de la luna) y las figuras animadas. Estas últimas se asoman cada hora en punto, generando un curioso y entretenido desfile, en el que aparecen los doce apóstoles en las dos ventanas superiores al reloj, acompañados del Turco, la Avaricia, la Vanidad y la Muerte, que es la encargada de dar por finalizado el desfile. También se puede subir a su torre, de estilo gótico, que está a unos 60 metros de altura. Sinceramente no creo que valga mucho la pena, ya que Praga tiene otras zonas más altas (como la zona del castillo) desde las que se puede obtener una bonita panorámica de la ciudad de manera gratuita, así como otras torres a las que también se accede con entrada, pero que resultan más interesantes, como la del Clementinum. 

3. Iglesia de Nuestra Señora de T
ýn. Sus dos afiladas torres son reconocibles desde múltiples puntos de la ciudad. Construida sobre una antigua iglesia románica, fue remodelada en el siglo XIV en base al estilo gótico tardío, alzándose más tarde como el mayor símbolo gótico de la ciudad.


4. Iglesia de San Nicolás. Existen en Praga dos iglesias bajo este mismo nombre, por lo que no se debe confundir ésta, que se encuentra en la Plaza de la Ciudad Vieja (es decir, en la zona conocida como Staré Město), con la ubicada en Malá Strana. De estilo barroco, destaca en cambio por su sencilla fachada de color blanco y sus techos de cobre, teñidos de verde por la oxidación generada por el paso del tiempo.

5. Casa de Kafka (U Radnice 5). En esta casa cercana a la Plaza de la Ciudad Vieja nació el reconocido escritor a finales del siglo XIX. 

6. Clementinum (Karlova 1). Se trata del segundo complejo arquitectónico más grande de la ciudad, por detrás del castillo. Su sobrio aspecto exterior no debe confundiros, ya que en su interior esconde salas muy interesantes visualmente, como la Capilla de los Espejos o su impresionante Biblioteca Barroca. Por desgracia no está permitido fotografiar esta parte de la visita, pero una búsqueda rápida por internet puede mostraros la belleza de este increíble espacio, capaz de transportarte en el tiempo. La visita guiada termina en la Torre Astronómica, que ofrece una panorámica de impresión del centro histórico, donde sí pueden tomarse fotografías.


7. El puente de Carlossímbolo indiscutible de la ciudad, une la Ciudad Vieja (Staré Město) con la Ciudad Pequeña (Malá Strana). Bautizado en honor a Carlos IV, quien puso su primera piedra, sustituyó a otro puente emplazado en el mismo lugar que fue destruido durante una inundación. Aunque hoy en día es peatonal, sus 10 metros de ancho llegaron a albergar 4 carriles destinados al paso de carruajes. A ambos lados del puente descansan 30 estatuas de santos, entre las que destaca la de San Juan Nepomuceno, ubicada precisamente en el lugar en el que el santo fue arrojado al río por orden de Wenceslao IV. En la parte baja del pedestal encontramos un pequeño relieve metálico que representa su martirio, visiblemente descolorido, pues se dice que todo aquel que pida un deseo poniendo su mano izquierda sobre él, verá cómo este se cumple.  

8. Vinárna certovka. Esta curiosa y estrechísima calle ha necesitado históricamente de elementos exteriores para evitar el encuentro de dos peatones. Un moderno semáforo ha sustituido hoy en día a las campanas que se hacían sonar antiguamente para regular el paso.

9. Malá Strana. El distrito a los pies del castillo es uno de los más antiguos e históricos de la ciudad. Sus bonitas y empinadas calles están rodeadas por palacios y otras construcciones, con varios siglos de antigüedad, que lograron esquivar los destrozos de la guerra. Sobre las puertas de sus encantadoras fachadas todavía se conservan algunas curiosas estatuas, sobre todo en la calle Nerudova, que responden a los emblemas identificativos de cada familia antes de que se numeraran las casas. Sin duda el barrio invita a perderse entre sus calles, a caminar sin rumbo fijo descubriendo pequeños rincones con encanto como el Molino del Gran Priorato, a orillas del canal Certovka. En las proximidades de la Plaza del Gran Priorato encontramos el Muro de John Lennon, una pared que comenzó a llenarse de pintadas en los años 80, a raíz del asesinato del músico y como protesta contra el régimen comunista, que había llegado a prohibir algunas de sus canciones por sus mensajes pacifistas. Las pintadas fueron rápidamente borradas por las autoridades, pero cada vez que esto sucedía aparecían nuevas frases y dibujos, convirtiendo finalmente al muro en todo un monumento a la libertad de expresión. Algunas de las plazas y calles más animadas de la zona son la calle Mostecká (Calle del Puente) o la plaza que bautiza al barrio, Malostranské náměstí (Plaza de la Ciudad Pequeña)En esta última se encuentra la Iglesia de San Nicolás, una imponente construcción barroca de finales del XVII-principios del XVIII, por la que hay que pagar entrada si se desea visitar el interior. Frente a su entrada se encuentra la Columna de la Santísima Trinidad, también conocida como la Columna de la Peste, que se construyó para conmemorar la erradicación de esta devastadora enfermedad. Muy cerca de allí se encuentra el Jardín Vrtba, de un marcado estilo barroco, aunque nosotras no llegamos a visitarlo pues queríamos llegar al castillo antes de que cayera la tarde.


10. Castillo de Praga: el castillo más grande del mundo. Construido en el siglo IX, su aspecto dista mucho de la típica fortaleza medieval, ya que está compuesto por diversos palacios y edificios entre los que encontramos pequeñas y curiosas callejuelas. Uno de sus monumentos más importantes es la Catedral de San Vito, que tardó varios siglos en construirse, por lo que reúne diferentes estilos arquitectónicos, aunque predomina el gótico. Otro punto señalable de la visita es el Callejón del Oro, una estrecha calle custodiada por casitas de colores que fueron construidas en los muros del castillo. Morada de orfebres en el siglo XVII, actualmente acogen tiendas de marionetas, cristal de bohemia y otros productos típicos. En uno de los extremos del callejón encontramos la Torre Blanca, empleada como prisión para miembros de la nobleza. Otras tres torres custodian el conjunto arquitectónico: la Torre Daliborka, la Torre Negra y la Torre de la Pólvora, alrededor de las cuales giran múltiples historias y leyendas. No debes marcharte del castillo sin conocer el Antiguo Palacio Real, a las puertas del cual podrás encontrarte con el cambio de guardia, ni la Basílica y Convento de San Jorge, con su llamativa fachada en color rojo.


Día 2:

1. Josefov es el barrio donde históricamente habitó la comunidad judía de Praga hasta mediados del siglo XIX. Tras la integración del barrio en el conjunto de la ciudad en 1850, las autoridades reformaron completamente la zona, conservando únicamente las sinagogas, el cementerio y el ayuntamiento. Se pueden visitar las seis sinagogas y la verdad es que es una visita muy recomendable, aunque no recuerdo si tienen entrada individual o hay un precio único que incluye las seis. Nosotras solo visitamos la Sinagoga española y la Sinagoga Pinkas, donde también se encuentra el impresionante Cementerio judío. La primera de ellas se ganó su nombre debido a la clara influencia morisca en la decoración, que recuerda a La Alhambra; es realmente espectacular.

En las paredes de la Sinagoga Pinkas están escritos los nombres de los más de 77.000 judíos de origen checoslovaco que fueron asesinados por los nazis. Pero no es éste el dato más sobrecogedor que encierra este espacio: en su reducido cementerio yacen unas 100.000 personas, ya que durante más de 300 años fue el único lugar donde estaba permitido enterrar a los judíos en la capital austriaca. Unas 12.000 lápidas rinden homenaje a unos cuerpos que fueron sistemáticamente apilados por falta de espacio. El resto de las sinagogas son MaiselKlausenAlta y Vieja-Nueva.


2. Plaza de Wenceslao. Más que el valor estético, de esta plaza destaca su importancia histórica: en ella se inició la Revolución del Terciopelo que propició la caída del comunismo en 1989. Al final de una larga explanada encontramos el Museo Nacional, un bonito edificio de estilo neorrenacentista que acoge una colección generalista con espacio para el arte, la historia y la antropología.

3. Pasear por Praga implica encontrarte con bellas fachadas de casas comunes. No solo por la zona vieja podrás deleitarte con estos edificios, alrededor de la Plaza de Wenceslao hay también algunos inmuebles y hoteles cuya arquitectura vale la pena conocer si te encuentras paseando por la zona, como el Grand Hotel Evropa (Václavské náměstí 826/25) y el Hotel Meran (Václavské náměstí 825/27), que se encuentran puerta con puerta. Muchas fachadas incluyen frescos, mosaicos y otros elementos decorativos de corte modernista.


4. Torre de la Pólvora (Náměstí Republiky 5). De vuelta a la Ciudad Vieja desde esta parte de la capital nos encontramos con la que en su día fue la entrada a Staré Město. Esta ennegrecida torre gótica fue construida en el siglo XV junto a otras doce puertas que conformaban la muralla fortificada de la ciudad. Reconstruida tras un devastador incendio en el siglo XVI, fue empleada años más tarde como lugar de almacenamiento de la pólvora, de donde obtiene su nombre.

5. Casa Municipal (Náměstí Republiky 1090/5). Se trata del edificio de estilo Art Nouveau más destacado de la ciudad. Su bella fachada incluye numerosos estucos y estatuas, aunque destaca por el gran mosaico semicircular que decora la entrada principal. Una impresionante cúpula de cristal corona la sala principal, un hermoso salón de conciertos, que solo puede visitarse mediante un tour guiado. Sin embargo, no dejéis de visitar el interior, ya que su cafetería, así como pasillos y espacios de paso, de acceso gratuito, están también decorados al milímetro. Otra opción para visitar el interior es comprar una entrada para los múltiples conciertos de música clásica que ofrecen a diario; seguro que os habrán ofrecido comprarlas en muchos puntos de la ciudad. Mi recomendación es que, si de verdad os apetece ver un concierto de este tipo, os informéis antes de comprar los billetes. La mayoría de conciertos no se celebran en la sala principal, sino en otras pequeñas salas con, por nombrar algún detalle, sillas plegables. Esto, evidentemente, no condiciona la calidad del concierto o de los músicos, pero para alguien que no desea tanto disfrutar de una pieza clásica, sino hacerlo en un entorno privilegiado y espectacular, puede no cumplir con sus expectativas.

Día 3:

1. Isla Kampa. Vistos los edificios y monumentos más importantes de Praga, y aprovechando el tiempo soleado que nos acompañó en nuestro último día en la ciudad, decidimos dedicar la mañana a pasear tranquilamente por dos animados parques al oeste del Moldava. Precisamente a orillas del río, muy cerca del puente de Carlos, se encuentra el Museo Kampa, un espacio para el arte moderno y contemporáneo, cuyas obras no solo pueden apreciarse en su interior; alrededor del edificio descansan también un considerable número de esculturas de grandes dimensiones pertenecientes a su colección más actual. Si no encontraste tiempo otro día para visitar el Molino del Gran Priorato, se encuentra también muy cerca de aquí, de camino al monte Petřín.

2. Monte Petřín. Es un agradable parque con unas impresionantes vistas al castillo, al río y prácticamente a toda la ciudad. Las mejores se obtienen desde lo alto de la Torre de Petřín, construida dos años después de la Torre Eiffel, hecho al que debe su gran parecido estético.


3. En nuestra última tarde decidimos volver a pasear por las calles de Malá Strana, descubrir nuevas callejuelas y rincones que pasaron desapercibidos el primer día, y sentarnos en una de sus numerosas terrazas, en las que una pinta de cerveza resulta realmente económica. En esta entrada os recomiendo el bar donde nos despedimos de la ciudad checa con unos cuantos brindis: na zdraví!